La
primera vez que se utilizó una aspiradora fue en 1869. Era una máquina
de madera, que mejoró ligeramente el resultado de los cepillos, pero
aún así la aspiradora era tan grande como un carro.
La primera aspiradora eléctrica
“portátil” se inventó en San Francisco en 1905. Esta máquina
pesaba más de 40 kilos y a causa de su tamaño y peso fue un fracaso
en la sociedad.
Dos años más tarde, en 1907, James
Murray Spangler, que era un conserje y se dedicaba a la limpieza de
una gran tienda en Estados Unidos, dedujo que el polvo de las
alfombras era la responsable de su tos. Este hombre dio una solución
creativa a su problema: gracias a un motor, un palo de escoba y una
funda de almohada, creo la aspiradora eléctrica portátil, la
primera de las que hoy conocemos.
En 1908 Murray con la patente de su
invento, fabricó unas pocas aspiradoras. La primera que vendió fue
a su prima, quien hizo ver a William H. Hoover (su marido) el
potencial del invento, y decidió comprar la patente y establecer una
compañía que fabricara y comercializara aspiradoras.
Fue un éxito en esta sociedad y
gracias a Murray y Hoover actualmente existen unos 100 fabricantes de
aspiradoras a nivel mundial que buscan satisfacer a la sociedad.
Porque ahora os preguntaréis ¿y qué tiene de importancia una
aspiradora? Pues preguntarle a vuestros padres cuando van a limpiar
el interior del coche o cuando el suelo de todo el salón es ocupado
por un alfombra, y tienes que limpiarla como Murray. Son pequeñas
cosas que les hacen tener una gran utilidad.
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