miércoles, 19 de noviembre de 2014

Rayos X

  Todos a lo largo de nuestra vida nos hemos hecho, al menos, una radiografía. Cuando colocamos nuestra mano frente al sol, podemos apreciar que los rayos la ''atraviesan'', parece transparente. Hoy día tenemos un conocimiento más que notable sobre la estructura del esqueleto humano, pero ¿cómo es posible? Gracias a Wilhelm Conrad Röntgen que, en 1895, investigando ciertas fluorescencias, determinó que existían rayos cuya radiación resultaba muy penetrante, pero invisible, llegando a atravesar grandes espesores de papel e, incluso, metales poco densos
  No contento con eso, en un determinado momento, se le ocurrió realizar la primera radiografía humana, usando la mano de su mujer.  Los llamó "rayos incógnita" o "rayos X", como actualmente los conocemos, porque no sabía qué eran exactamente.




  Nikola Tesla, en 1897, sería el que advirtiese del peligro que supone para los organismos biológicos la exposición a estas radiaciones. Es por ello que los médicos no permanecen en la sala de rayos X cuando se llevan a cabo radiografías y, por supuesto, no se aconsejan a mujeres embarazadas ya que pueden suponer un peligro para el futuro bebé. 

  Este descubrimiento supuso un avance enorme en el campo de la medicina permitiendo detectar enfermedades del esqueleto o de los tejidos blandos, aunque tiene limitaciones. Existen zonas del cuerpo que no pueden observarse mediante estas radiaciones de onda corta como, por ejemplo, el cerebro y los músculos. No obstante, existen otras alternativas. También pueden utilizarse para determinar defectos en componentes técnicos.

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